Un día, el burro de un aldeano se cayó en un pozo. El pobre animal
estuvo rebuznando con amargura durante horas, mientras su dueño buscaba
inútilmente una solución. Pasaron un par de días y al final, como no se
le ocurría mejor remedio a aquella desgracia, pensó que el burro ya
estaba muy viejo y el pozo estaba casi seco, así que realmente no valía
la pena sacar al burro del pozo sino que era mejor enterrarlo allí.
Pidió a unos vecinos que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y
empezaron a echar tierra al pozo en medio de una gran tristeza. El
burro advirtió enseguida lo que estaba pasando y rebuznó entonces con
mayor amargura.
Al cabo de un rato, dejaron de escucharse sus lastimeros rebuznos.
Los labriegos pensaron que el pobre burro debía estar ya cubierto por la
tierra. Entonces el dueño se asomó al pozo, con una mirada temerosa, y
vio algo sorprendente. Con cada palada el burro estaba haciendo algo muy
inteligente: se sacudía la tierra y pisaba sobre ella. Había subido ya
varios metros y estaba bastante arriba. Todos se llenaron de ánimo,
siguieron echando tierra, el burro llegó hasta la superficie, dio un
salto por encima del brocal del pozo y salió trotando pacíficamente.
Nuestra vida siempre hay contratiempos, y a veces caemos en un pozo muy profundo, oscuro y muy solos. La oacuridad hará que el miedo nos consuma y no encontremos una salida, intentaran sepultarnos con sus criticas y hacernos la vida imposible. Pero nosotros debemos no hacer caso de su negatividad, hay que sacudirnos de esas actitudes para poder salir adelante. Y de tanto sacudirnos, veremos que podemos salir de ese POZO, hasta salir victoriosos de esaa profundidad oscura.
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