lunes, 4 de abril de 2016

CÓMO SER UN GANADOR

 Pearl Bailey dijo: «Hay un periodo en nuestra vida cuando nos tragamos el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y al hacerlo, sabremos si es bueno o es amargo». Todas las personas tienen un poco de ansiedades e inseguridades. Si le pidiera que describiera a un ganador, a una persona saludable y completa, probablemente me diría que esta persona tiene confianza en sí misma, es agradable, amable, estable, dadivosa, etc. Y en un sentido, tendría razón. Pero ser un ganador es más que tener una lista de atributos envidiables. Ser un ganador consiste en una cosa: su valor.

Los ganadores son valiosos. Si no, pregúntele a cualquier atleta o medallista olímpico que acabe de firmar un contrato multimillonario. Pero a decir verdad, ser un ganador, en el sentido más estricto de la palabra, no tiene nada que ver con su desempeño, salario o potencial de ganancia. Tiene que ver con su valor y si se ha apropiado o no de él. Cuando usted acepta su propio valor personal, cuando está seguro de quien es, es allí cuando se convierte en un ganador.



A continuación algunas formas para lograrlo:

RECONOZCA SU VALOR. En más de una ocasión, he contado la anécdota de una conferencia en la que compartí
con amigo Gary Smalley y donde él hizo algo que cautivó al público. Ante una audiencia de casi diez mil personas,
Gary sostuvo en su mano un billete de cincuenta dólares e hizo una pregunta: «¿Quién quiere este billete de cincuenta dólares?» Muchos levantaron sus manos.
«Voy a darle estos cincuenta dólares a uno de ustedes», siguió diciendo, «pero primero permítanme hacer esto». Y procedió a arrugar el billete. Luego preguntó: «¿Lo quiere alguien todavía?» Las mismas manos seguían levantadas.
«Bien» dijo. «¿Qué tal si hago esto?» Lo tiró al suelo y lo aplastó con el zapato. Se agachó, lo recogió y lo levantó, todo sucio y arrugado. «Y ahora ¿alguien todavía lo quiere?» Todavía muchas manos seguían levantadas.
«Ustedes han aprendido una lección valiosa» dijo. «No importa lo que yo haga con el billete, ustedes todavía lo quieren porque no se ha devaluado. Todavía vale cincuenta dólares».
La simple ilustración de Gary recalca una verdad profunda. Muchas veces en nuestra vida nos arrugamos, caemos y nos ensuciamos con las decisiones que hacemos o las circunstancias que enfrentamos. Puede que nos sintamos sin valor, insignificantes ante nuestros ojos y ante los ojos de los demás. Pero no importa lo que haya pasado o lo que suceda después, nuestro valor de seres humanos nunca se pierde. No hay nada que pueda quitarnos ese valor. No lo olvide nunca.

ACEPTE SU VALOR. ¿Cuántas veces ha escuchado a la gente decir: «Algo anda mal con él»?
Lo que quieren decir es que esta persona no está avanzando. Que no es una persona saludable. Que algo le detiene y que no está a gusto consigo misma. Es lo que los psicólogos llamamos una persona que no tiene auto aceptación.
Seamos realistas, todos en este planeta sufrimos de inseguridades y de cosas que desearíamos poder cambiar sobre nosotros mismos. Pero hay ciertas cosas que no podemos cambiar. Algunas de nuestras cosas son exactamente eso, nuestras. Quizás usted no nació con la apariencia que le gustaría, o tal vez no es tan alto como desearía.
Sus genes barajaron las cartas y a usted le tocó algo que eventualmente tuvo que aceptar, ya sea eso o usted rechaza su valor personal y, en tal caso, se pasa la vida tratando de compensar sus inseguridades. Ha quedado cautivo de su deseo de haber sido diferente.

El término aceptación viene del latín ad capere y significa «tomar para uno mismo». En otras palabras, inherente en el proceso de aceptar a otros está el acto de recibir aceptación de usted mismo. Lo digo nuevamente: Usted nunca se ganará a la gente a menos que se convierta en un ganador.

INCREMENTE SU VALOR. Quizás usted ya reconoce y acepta su valor. Tal vez sabe dentro de su ser, en su alma, que Dios le ama y lo considera de valor inestimable.

 ¡Felicitaciones! El siguiente paso es aumentar su valor ante los demás resolviendo tantos de sus problemas como le sea posible. En otras palabras, necesita maximizar quien es, venciendo o reparando esas cosas que estén dentro de sus posibilidades cambiar.

Puede que usted luche, por ejemplo, con un temperamento fuerte. Quizás tenga dificultad en poner límites o en aceptar responsabilidades; tal vez tenga malos hábitos o quizás su actitud necesita una revisión. Todos tenemos obstáculos que podemos vencer. El 45% de los estadounidenses dice que cambiarían un mal hábito si pudieran. La verdad es que sí pueden cambiar. Todos nosotros podemos mejorar cuando nos decidimos a hacerlo.

En su libro Teaching the Elephant to Dance (Enseñando a un elefante a bailar), James Belasco cuenta cómo los entrenadores encadenan a los elefantes jóvenes con cadenas pesadas que están atadas a estacas en el suelo. De esa manera, el elefante aprende a quedarse en un solo lugar. Los elefantes más viejos y [p 6] más poderosos que fueron entrenados de esa forma nunca tratan de huir, aun cuando tienen la fuerza para arrancar la estaca e irse. Su condicionamiento limita su movimiento. Con sólo un aro metálico en una de sus piernas se quedan en su lugar, ¡aun cuando ni siquiera haya estacas!

Es una historia que quizás usted ya haya oído antes, pero al igual que los poderosos elefantes, muchas personas están atadas por un condicionamiento previo. Así como la cadena alrededor de la pierna del elefante lo mantiene sin moverse, algunas personas se imponen límites innecesarios en su progreso personal. No permita que esto le suceda a usted. No acepte absurdamente limitaciones que detengan sus aptitudes. Desafíelas y siga creciendo.

EN SU VALOR. Una vez que haya reconocido su valor, acéptelo e increméntelo, finalmente tiene que creer en él. Tiene que creerlo con tal convicción que esté dispuesto a depender de él.

Chuck Wepner nunca aprendió esta lección. Como boxeador, se ganó el apodo de «el ensangrentado de Bayonne » por el castigo que sufría aun cuando ganaba. En el mundo del boxeo decían que era «un recibidor nato»; es decir, un luchador que frecuentemente usa su cabeza para bloquear los golpes del contrincante. Wepner presionaba continuamentea su oponente hasta que ganaba o lo noqueaban. A él nunca le importó cuánto castigo tuvo que absorber antes de dar el golpe final. El entrenador Al Braverman decía: «Es el boxeador más audaz que haya conocido jamás. Él hacía su propio juego, no le importaba el dolor. Si alguna vez era cortado o golpeado con el codo, nunca se fijaba en mí o en el árbitro para pedir ayuda. Era un luchador en todo el sentido de la palabra».

Cuando Wepner noqueó a Terry Henke en el onceavo asalto en Salt Lake City, el promotor de boxeo Don King le ofreció una pelea contra el entonces campeón de pesos pesados George Foreman. Pero cuando Alí venció a Foreman, Wepner se dio cuenta que ahora tendría que pelear con «el grande» Muhammad Alí. El día de la pelea, Wepner le dio a su esposa un negligé rosado y le dijo que «pronto estaría durmiendo con el campeón de los pesos pesados del mundo».


Alí ganó por knock out técnico diecinueve segundos antes que terminara la pelea. Pero hubo un momento, un glorioso momento en el noveno asalto cuando un golpe en el pecho de Alí hizo que el campeón cayera a la lona. Wepner recuerda: «Cuando Alí estaba en el suelo, recuerdo haberle dicho a entrenador Al Braverman: “Al, arranca el auto, nos vamos al banco, ya somos millonarios”. Y Al me dijo: “Mejor date la vuelta porque se está levantando”».
Después de la pelea, la esposa de Wepner sacó el negligé de su cartera y le preguntó: «¿Voy al cuarto de Alí o él viene al mío?»
La historia no sería más que un comentario al de una página, excepto por una cosa. Un escritor que pasaba por apuros en esa época, estaba mirando la pelea y de pronto la idea le llegó a su mente: «Eso es», se dijo. «Así que me fui a casa y empecé a escribir. Escribí por tres días sin parar». Así fue como el escritor y actor Sylvester Stallone describió el nacimiento de la película ganadora de un Oscar Rocky a James Lipton en el programa Inside the Actor´s Studio.

Un estudio de cine le ofreció al escritor en apuros la cantidad sin precedente de $400.000 por su guión, pero Stallonerehusó dinero, eligiendo en su lugar sólo $20.000 dólares y el derecho para hacer el personaje de Rocky con el salario mínimo de un actor, unos míseros $340 por semana. El estudio también le hizo una oferta a Wepner ya que la película estaría basada en su vida. Le ofrecieron una comisión de $70.000 o el 1% de las ganancias netas de la película. Deseando tener un pago garantizado, Wepner optó por los $70.000; una decisión que le costó finalmente $8.000.000. Actualmente Chuck Wepner vive en Bayonne y trabaja como vendedor en una licorería.

Lo mismo sucede cuando usted se vende mal. Si no cree que tiene algo de gran valor que ofrecer a otra persona— usted mismo— nunca podrá ganarse a la gente. Lo que usted es, es el valor más grande que posee. Mientras reconozca este valor, lo acepte, lo aumente y crea en él con absoluta convicción, las formas para ganarse a las personas descritas en este libro podrán convertirse en parte de su carácter. Y cuando sale del corazón, funciona de maravilla.






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