En un pueblo, un granjero encontró un polluelo de águila, caído del nido.
Lo llevó a su casa, y lo crió en el corral entre las gallinas.
Pasaron los años y la águila empezó a comer alpiste, empezó a cacarear y
rascar la tierra para comer gusanos. Un día un naturista llegó a la
casa del hombre y visitó el corral.
El Naturalista le dijo al dueño del águila: ¡Hombre! -- ¿Qué hace allí esa águila entre
las gallinas?-No es águila— respondió el hombre, No ¡es gallina!. Es
verdad que cuando la encontré era águila, pero la he criado entre las
gallinas y aunque sus alas miden ocho pies de punta a punta, jamás podrá
volar. ¡Ya no es más que una gallina!.
-Pues no — replicó el
naturalista, todavía tiene el corazón de águila, y yo la haré volar, el
naturalista haría la prueba. Tomando este al águila la sacó del corral,
la llevó al aire libre y le dijo ¡Águila, no lo olvides! Eres un águila,
no una gallina. Perteneces al cielo, y no a la tierra. Dios te dio esas
alas poderosas para volar. ¡Extiéndelas, y vuela!
Pero el águila no hizo caso. Volvió corriendo al corral, a meterse entre las gallinas.
Día tras día, con paciencia infinita, el naturalista repetía el experimento y la exhortación.
El naturista junto con el granjero llevaron a la águila donde las
montañas, el naturista agarró al águila y lo lanzó a un barranco, ella
con desesperacion abrió las alas y voló hacia las alturas.
Nosotros nacimos para estar en las alturas, pero la mayoría der las
veces nos comportamos como gallinas por el temor al que dirán, al miedo a
no estar a la altura de las circunstancias.
Pero la naturaleza humana es hacer las cosas en grande sin importar los obstáculos.
"Si quieres volar con las águilas, no comas alpiste con las gallinas".
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